La vida siempre nos pone obstáculos, pero más que ser esta frase un tanto poética, la uso como punto de entrada para algo que he sentido desde que mis responsabilidades aumentaron, no sé cómo calificarlo si como culpa, flojera y un sentimiento nuevo aún no definido entre hartazgo y recompensa. Nunca has sentido que al estar jugando videojuegos piensas que no te lo mereces y que simplemente no deberías hacerlo, no? Pues yo sí.
Este ejercicio intelectual es una respuesta al post por MARK SERRELS de Kotaku Australia, ya que el sufre también este mal. “Video game intentions.” O intenciones de videojuegos.
Jugar videojuegos debe ser un acto enriquecedor, ameno y una forma para eliminar por lo menos lo que dura el tiempo de juego el strees que tanto nos aqueja en nuestras vidas modernas. Un videojuego con sus aventuras ya sean de terror, fantásticas, de época, o simplemente de actividades que no podemos realizar en nuestra vida diaria. Cuando finalmente te sientas en tu sillón favorito o al filo de la cama, sientes que estas a punto de cambiar, que estas a punto de dejar tu cuerpo y entrar al de ese cazador de demonios Lv 48.
La realidad para mi es otra, es visto y sentido con más frecuencia que relego los videojuegos hasta el último peldaño de mi agenda cada día incluso en fines de semana. Será mi mente queriendo madurar, yo siempre me he jactado de mi obscena pasión por los videojuegos a mi edad de 27 años sin embargo día con día me encuentro a mí mismo más entretenido con la ley general de aduanas que con un bueno juego como Saints Row IV, Diablo 3 y GTA V y más.
En varias ocasiones más de las que deseo admitir me he sentado con el control de la consola en la mano y en la otra mano el control de la televisión deseando que aparezca algún programa que ver, eso está mal?
Me acuerdo esa navidad del 2002 donde me habían regalado Super Mario Sunshine para el Game cube y no me aguantaba por ya recorrer los diferentes niveles del juego como Delfino plaza y otras. Sentía una necesidad cada enfermiza al momento de comprar un juego y hacer todo a un lado para jugar en mi casa todo el día.
El primer caso que tengo memoria de haber dejado de jugar abruptamente fue con Fire Emblem cuando inexplicamente me detuve, Sali con un amigo y por 6 meses no volví a tocar el videojuego fue una experiencia muy extraña para mí y no sabía por qué.
Ahora me la vivo en un ir y venir de gustos, hay veces que me siento a jugar por horas más de 16 horas seguidas un videojuego y hay otras que tengo el tiempo y la intención pero simplemente no me lo permito porque en mi cabeza has más cosas que hacer. Incluso he llegado a comprar juegos que siguen con el celofán intacto y es en esos momentos cuando me pregunto de verdad son un gamer?
Créeme lo que me pasa y cuando crezcas te pasara a ti.
